Cuando muchos pensaron que la creación del Mercado Dos de Mayo representaba una buena alternativa para el comercio formal en nuestra ciudad y que allí se engendraría el futuro motor que movería la economía diaria de la ciudad, lamentablemente se equivocaron de cabo a rabo porque ni siquiera sospecharon que solo se estaba gestando un nuevo y peligroso enclave de violencia y terror.
Hasta la fecha no podemos olvidar los ilusorios propósitos del regidor Roberto Briceño Franco que, en su faceta profesional de arquitecto, respaldó y apoyó a los comerciantes a gestar este gran centro de abastos, cuando anunciaba que el naciente mercado Dos de Mayo se convertiría en la ciudad comercial que debe tener toda gran ciudad.
Sus maquetas, sus ponencias y sus renovadoras ideas sorprendieron a muchos, especialmente a los comerciantes que de esta manera saciaban su ira e indignación por el violento desalojo con el cual fueron retirados del Barrio El Progreso en donde trabajaron por más de treinta años aunque en condiciones precarias e informales.
Sin embargo, hoy por hoy toda esa perorata ha quedado en el olvido, el mercado Dos de Mayo no ha crecido, lo único que ha generado son cruentos enfrentamientos entre los mismos comerciantes, así como una cerrada disputa por el manejo de los recursos que se genera en la prestación de servicios, como los baños y la vigilancia, a tal extremo que su fundador fue cruelmente asesinado por este motivo.
Esto es historia reciente, data de apenas uno o dos años atrás cuando los comerciantes se establecieron y crearon el mercado Dos de Mayo a despecho de la ex alcaldesa Victoria Espinoza que se había empeñado en llevarlos al “elefante blanco” que ha construido la Municipalidad en el P.J. Tres Estrellas y que se denomina Mercado mayorista, aun cuando no alberga a ningún comerciante de ese rango o nivel.
Si bien es cierto el flujo comercial inicial de este centro de abastos dejó la impresión que las proyecciones que se hicieron eran ciertas, pronto comenzó a tambalear debido a las pugnas al interior del mercado, los meses y años pasaron y el dirigente fundador Omar Castro Zurita se mantenía al frente del centro de abastos, manejando a su albedrío las cuentas de la caja chica e ignorando los reclamos de sus colegas.
Sin embargo, la necesidad de renovar la dirigencia y acudir al escrutinio de la mayoría de los comerciantes representó el final de la gestión de Castro, el voto universal determinó su remoción y la elección de una Junta Directiva encabezada por Pedro Reyes luna, sin embargo, el sempiterno dirigente no aceptó la idea de abandonar la directiva y menos aun el manejo de los servicios.
Fue en medio de esta pugna dirigencial, la misma que derivó en una serie de denuncias y quejas ante la gobernación y el Ministerio Público, que se suscita el crimen de Omar Castro, aparentemente ordenado por delincuentes que le exigieron el manejo de los recursos diarios que genera el centro de abastos y ante su negativa a aceptar esos chantajes.
Desde entonces, los enfrentamientos al interior del mercado no han cesado, la lamentable muerte del fundador Omar Castro no ha motivado a los dirigentes a “fumar una pipa de la paz” o llegar acuerdos salomónicos para restaurar el necesario sosiego y la tranquilidad en un emporio comercial que cada día se perjudica mucho mas.
La directiva transitoria que creó Omar Castro ha insistido en mantenerse en sus cargos y desconocer al dirigente Pedro Reyes Luna, a sabiendas que este fue elegido en un proceso regular y que tiene el reconocimiento de la ley, por ello es que éste ultimo ha recurrido a la justicia para consolidar su posición al mando del centro de abastos, obteniendo un fallo favorable que, finalmente derivó en una nueva trifulca.
En efecto, la semana pasada un Juez Civil llegó hasta el mercado Dos de Mayo para hacer cumplir una resolución que ha pasado a la autoridad de cosa juzgada, como es el reconocimiento de la junta directiva que encabeza Pedro Reyes y el mandato de su incorporación a la oficina que le corresponde.
Sin embargo, pese a la presencia de la autoridad judicial, aun cuando hay de por medio un mandato que no puede ser desacatado de manera violenta y beligerante, un numeroso grupo de comerciantes desafió a la autoridad y se opuso a que se lleve adelante esta diligencia, inclusive, cuando la presencia policial permitió que el magistrado cumpla con lo ordenado, advirtieron que no dejarían que su opositor asuma las riendas del mercado.
Lamentablemente, la división de los comerciantes no solo ha polarizado sus posiciones sino que está generando serias fisuras que, a la larga, lo único que conseguirán es perjudicar a su centro de trabajo, alejarán al público que no puede exponerse a los arrebatos de sus ambiciones y quedar en medio de peleas en las cuales menudean los golpes y los proyectiles.
Deben pensar los comerciantes que ese mercado que tanto les costó, en el cual invirtieron todos sus ahorros para poder establecerse de manera conveniente en el lugar que ellos eligieron y no en otro que trataron de imponerle, se desacredita de la manera como ocurre en este momento en el P.J. Dos de Mayo.
La ambición del poder y del dinero está llevando a los comerciantes a una lucha intestina que no tiene enemigos sino que se convierte en fraticida porque se vienen eliminando entre ellos, se vienen golpeando e insultando entre otroras amigos y colegas, lo cual no dice nada bien de la unidad que requiere todo proyecto comercial para crecer y consolidarse.
Esperemos que la cordura y la reflexión invada pronto los sentimientos y los corazones de los comerciantes del Mercado Dos de Mayo, que entiendan que con estos enfrentamientos los únicos perjudicados son ellos mismos, que de esta manera solo provocarán su quiebra y extinción. Un mercado debe ser un lugar apacible y seguro, que genere garantías y comodidad a las amas de casa y los compradores, no puede ser un foco de violencia porque de esa manera sus ocasionales visitantes se irán alejando. De ellos depende que los conflictos absurdos e irracionales queden de lado.